El continente joven
Los jóvenes casi nunca son pasivos, pero no siempre logran administrar con tino sus energías. No es lo mismo que se movilicen en las barras bravas que circundan los estadios de fútbol y las ruidosas multitudes rockeras, que los que militan en arriesgadas ONG que acuden a asistir a pueblos en desgracia.
Lo más saludable para el normal desarrollo de un joven es mantenerse espabilado, tanto mental como ideológicamente, no permitir que las vulgaridades de la televisión acaben vulgarizándolo a él. Y por ende, no ahogarse en un vaso de agua (ni de cerveza). Tampoco hundirse en un pozo de fatigas. Y eso sí, indagar en el alrededor, tratando de comprender sus esplendores y sus miserias.
''Contra el recuerdo no hay liberación'', sostuvo José Emilio Pacheco con su tradicional sangre fría. Por eso mismo, no hay que olvidar que las peripecias y los planes que se montan en la juventud pasan más tarde a convertirse en los recuerdos de los que es imposible liberarse. Si las reminiscencias de la infancia se archivan normalmente en el rincón de los juguetes, los recuerdos de juventud ingresan en cambio al escaparate de las aplicaciones resistentes, vigorosas.
De la juventud no queda ruinas ni cenizas ni escombros. Queda, eso sí, una caudalosa propuesta de cambio y hasta un amago de revolución.
Conviene dejar constancia de que los cambios fundamentales que registra la compleja historia de América Latina fueron emprendidos por jóvenes. Desde Fidel Castro al subcomandante Marcos, ambos innegables jóvenes en el momento de su eclosión inaugural, América Latina ha crecido en noción de patria (o de una patria más o menos federal). Por primera vez las poblaciones indígenas, que nunca dejaron de ser jóvenes, irrumpieron en las respectivas sociedades, aparentemente consolidadas, de países como Nicaragua, Ecuador, México…y contagiaron de su impulso virgen a las respectivas comunidades.
Por algo en Europa se le endosa a la América Latina el calificativo de ''continente joven
En los países europeos el panorama no es el mismo. Así y todo, las riendas del poder siempre están en manos de los veteranos, de los mayores, nunca de los jóvenes. Los gobernantes se caracterizan por tirar la cultura por la borda. Les importa un pepino. Pero también arrojan por la borda a la juventud, que les importa otro pepino. No obstante, cuando estalla alguna rebelión (verbigracia, contra la absurda invasión a Irak) siempre es impulsada por los jóvenes, que abarrotan las plazas y las grandes avenidas.
Memoria y esperanza. Un mensaje a los jóvenes, Ed. Alfaguara, Págs, 73,76 y 77… así se titula el libro que por primera vez llegó a mis manos de Mario Benedetti, otro grande que se no fue. Pero que deja un legado extraordinario de más de 80 libros: poemas, poesía, ensayos, artículos, imágenes, archivos de voz, reflexiones, palabras, llantos, utopías, preguntas, respuestas pero sobre todo el efecto de poner en movimiento las ideas (minímo en la cajita cerebral) y siempre alentándonos a NUNCA dejar de soñar y luchar por nuestras ideales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario