Soy una simple estudiante de Artes aquí en el sublime Estado de Chiapas del cual desgraciadamente no soy oriunda. Y menciono desgraciadamente porque desde el primer momento que conocí este lugar, conquistó gran parte de mi ser. El cobijo de su gente te hace sentir su calor humano, ese calor humano que se esta extinguiendo en el mundo. Las costumbres tan diversas dependiendo del lado del Estado en el que te encuentres. Sus miles de pueblos escondidos entre los cerros; la diversidad de colores, de lugares y de dialectos.
Especialmente, una de las cosas que me sorprendió fue el gran fervor religioso que se vive aquí y, creo que esto se debe en gran medida a los diversos grupos indígenas que existen en Chiapas. Los cuales antes de la llegada de los españoles y su ‘’evangelización’’ contaban con sus propios dioses y modus vivendi. Los españoles arrasaron con todo aquel mundo místico para imponer su doctrina religiosa y social.
Muchas personas podrían estar pensando que eso ya es cosa del pasado y al pasado no se puede regresar. Lo cierto es que ahora existe la libertad de culto y cada quien decide que creencia religiosa profesar. Avalado por nuestra Constitución Política Federal el marco jurídico más importante que hemos escrito los mexicanos en estos últimos 200 años y por los cuales estamos echando la casa por la ventana, haciendo ‘’harto’’ festejo.
Dicha ley contiene nuestras garantías individuales que nos dicen una y otra vez que vivimos bajo un Estado laico, es decir, en una separación entre el Estado y la Iglesia, la cual le debemos a Benito Juárez. Esta garantía individual quedo violada abiertamente con la construcción del Cristo de Copoya. Para su realización tuvo que meter las manos el Gobierno otorgando permisos y lo increíble del asunto fue cuando el propio Juan Sabines, Gobernador de Chiapas, fue personalmente a poner la primera piedra de esta cruz. La iglesia no se cansa de mostrar su poder para que no olvidemos su poder. Mucho menos los copoyenses.
Es por eso quetome la decisión de crear una obra pictórica con una pequeña instalación debajo de dicha cruz: un altar Zoque. Todo esto basándome principalmente en el Cristo de Copoya. Creando una sátira. En la cruz opte por crucificar a una mujer y no a un hombre, como ocurre en muchas religiones, la Católica por ejemplo. Esto a razón de que considero a las religiones como las principales promotoras del machismo en el mundo donde normalmente hay que adorar a hombres. El título de la obra esta en Zoque: Yak’el Ileluk Lajelal en castellano significa Huellas Destructoras. Hecha en 28 pedazos de madera pintada en óleo, acrílico, barniz, carboncillo e hilo. Mide 2.75 x 1.75 metros.
Expuesta hasta el día 30 de octubre en el Museo del Café de Chiapas ubicado en el centro de la ciudad. Como un reclamo al gobierno estatal y la poderosa iglesia católica – aparentemente sus promotores- por defraudar el propio espíritu laico de nuestra Constitución y por ofender con imágenes de culto exclusivo para católicos, al estado que tiene más protestante que católicos y que es señero a nivel nacional en la libertad de cultos.
Pero especialmente por ensuciar el paisaje panorámico de la capital chiapaneca con un símbolo en el que no todos creen y que de paso es feo, ramplón y carente de sustancia. El ejercicio unilateral del poder público y la intransigencia de los católicos tienen ahora su símbolo más significativo: el Cristo de Copoya.
el eatado donde vivimos y somos parte, es un estado de derecho en el que se respeta todo y todos , asi pues tu idiologia es distinta, anarquista, sublime y te jactas de tu forma de ser para lo que vallas encaminada vas a fracasar por no respetar las creencias de los demas, somos testios de jeova y no nos gusta pero tampoco lo criticamos
ResponderEliminarYo también soy proequidad de genero y respeto el femenismo inteligente que no llega a peligrosos niveles de misandria. Una cosa es denunciar el machismo y otra muy diferente promover el hembrismo negativo lleno de odio.
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